La gestión y el control de los riesgos constituyen el núcleo básico de la actividad bancaria. Así ha sido siempre, pero recientemente se han introducido nuevas regulaciones tendentes a evitar la repetición de nuevas crisis financieras.
La base del negocio bancario está en las relaciones estables y directas con los clientes. Un modelo de negocio recurrente, bien gestionado y basado en la relación con el cliente a largo plazo propicia la rentabilidad de las entidades financieras y a los empresarios les aporta valor, servicios y productos ajustados a sus necesidades.
En este contexto, conviene que los clientes sepan que las políticas para la gestión de riesgos deben estar aprobadas por los consejos de administración de los bancos, desarrollando las metodologías, procedimientos y criterios para la concesión de las operaciones.
Los criterios de concesión deben estar vinculados con la capacidad de pago del prestatario para cumplir, en tiempo y forma, con el total de las obligaciones financieras asumidas. Dicha capacidad de pago se valorará partiendo de los fondos o flujos netos de efectivo procedentes de sus negocios o fuentes de renta habituales, sin depender de avalistas, fiadores o activos entregados como garantía. Estos deberán ser siempre considerados al valorar la concesión de la operación como una segunda y excepcional vía de recobro para cuando haya fallado la primera.
En este sentido, los procedimientos de concesión deberán exigir en cada operación la identificación y cuantificación de las fuentes de generación de fondos ordinarios de cada prestatario, que servirán como primera y fundamental vía de recuperación de las operaciones. A estos efectos, los procedimientos establecidos incluirán unas exigencias de documentación mínimas.
La banca debe gestionar con prudencia el riesgo al ser ésta la esencia de su negocio, no aceptando de sus clientes niveles de endeudamiento desproporcionados y valorando adecuadamente todos los riesgos en que incurre cuando concede una operación y que pueden surgir ya a la hora de disponer de la documentación adecuada, en el momento de realizar el estudio de la operación, en la correcta formalización de los contratos y garantías aportadas y en el seguimiento de la operación y del cliente. Seguimiento que implica ir consultando y comprobando periódicamente las incidencias que se vayan produciendo, como retrasos en los compromisos de pago con la entidad, anotaciones en fuentes externas negativas, variaciones adversas en el valor de las garantías, etc.
La gestión adecuada del riesgo está en el centro de la actividad del sector bancario y, en una primera y fundamental instancia, debe sustentarse en el conocimiento del cliente.
El Banco de España y el Banco Central Europeo, en su condición de autoridades supervisoras de las entidades de crédito que operan en España, exigen a estas que pongan el máximo cuidado y diligencia en el estudio riguroso e individualizado del riesgo de crédito de las operaciones no solo en el momento de su concesión, sino también continuamente durante su vigencia.
Exigen igualmente que todas las operaciones estén documentadas adecuadamente y que la información disponible se actualice con nuevos estados financieros e información económica que permita analizar la solvencia y capacidad de pago de los clientes y garantes.
Asimismo, el Banco de España establece que, en el caso de financiación a empresas y negocios en general, la fuente principal para atender los compromisos contraídos (deuda e intereses) debe ser la generación de flujos de efectivo estimados a partir de los estados financieros del negocio y de previsiones realistas.
En este sentido, cobra especial relevancia la calidad de las cuentas anuales elaboradas por las empresas y la disponibilidad de previsiones fiables y justificadas.
Respecto a las cuentas anuales, un primer elemento de valoración de la compañía por parte de las entidades financieras es precisamente la calidad y cantidad de información facilitada en la memoria anual. La utilización de previsiones está llamada a tener una importancia creciente en los análisis de clientes y operaciones.
En toda operación crediticia se deben identificar claramente los siguientes puntos:
- Finalidad de la operación: llevar a cabo un proyecto de inversión, financiación de circulante, etc.
- Fuentes de reembolso: detalle de los recursos con cargo a los cuales se espera hacer frente a los compromisos de devolución del capital y del pago de intereses.
- Garantías aportadas: especificación de las garantías existentes en caso de que el prestatario/acreditado no pueda hacer frente a sus obligaciones en condiciones normales.
Conocimiento del cliente
Una operación no se puede estudiar haciendo abstracción del cliente. Para poder atender las necesidades de financiación de las empresas, a la vez que gestionar adecuadamente el riesgo en las entidades financieras, el conocimiento del cliente es fundamental no solo desde un punto de vista cuantitativo, a partir de sus estados financieros, sino también desde un punto de vista cualitativo:
- Experiencia en el sector tanto de la sociedad como de sus gestores.
- Análisis de sus instalaciones: localización, antigüedad, mantenimiento, propiedad, cargas hipotecarias, etc.
- Productos fabricados o comercializados, distribución de las ventas por productos y mercados, formas de comercialización, etc.
- Clientes: principales clientes, posibles concentraciones, forma y plazos de cobro, etc.
- Proveedores: principales proveedores, posibles dependencias, forma y plazo de pagos, etc.
Hablar del conocimiento de un cliente es hablar igualmente del conocimiento del grupo al cual pertenece el cliente. Las entidades financieras incluyen a cada cliente en grupos de riesgos y trabajan con este concepto a la hora de fijar límites a la financiación de sus componentes y del grupo en su conjunto. Igualmente, las facultades de concesión de riesgos atribuidas en las redes de las entidades de crédito están basadas en el concepto de grupo y no de clientes individualizados.
Fuentes de información
Las fuentes de información que utiliza el sistema financiero para estudiar a sus clientes se pueden clasificar en tres grupos:
- Documentación aportada por el cliente. Esta documentación se puede clasificar en varios tipos.
- para acreditar su personalidad y el ejercicio de atribuciones(escritura de constitución, apoderamientos, etc.);
- para justificar su capacidad de pago y solvencia (cuentas anuales, detalle del endeudamiento, declaración de bienes, etc.);
- para justificar el destino y fundamentar la viabilidad de la operación solicitada, etc.
- Fuentes externas. Principalmente se utilizan:
- Bases de datos de registros de incidencias, como RAI, ASNEF, incidencias judiciales, etc.
- CIRBE.
- Informes comerciales o financieros preparados por empresas especializadas.
La CIRBE (Central de Información de Riesgos del Banco de España) es una fuente básica para las entidades financieras porque facilita información muy detallada sobre sus clientes referida a su endeudamiento bancario global.
A partir de dicha información, una entidad financiera puede analizar la evolución financiera de sus clientes en los últimos meses: si aumenta o disminuye riesgos, si está formalizando nuevos riesgos con garantías hipotecarias, los tipos de productos que utiliza, si está o ha estado en situación de morosidad, etc.
- Fuentes internas de la entidad: extractos de cuentas, saldos medios, domiciliaciones, cobros y pagos realizados, experiencia en años anteriores, etc.
A título ilustrativo, a continuación se reflejan algunas pautas de actuación en materia de riesgos que las entidades financieras suelen trasladar a sus empleados cuando se incorporan al ámbito de la financiación crediticia:
- La calidad del crédito es más importante que la consecución de objetivos comerciales a corto plazo.
- Los clientes respetan aquellas decisiones basadas en un estudio objetivo de su posición económico-financiera y de sus previsiones de negocio.
- Si no se conoce el negocio, es muy arriesgado conceder crédito. Es fundamental comprobar que el dinero prestado realmente se destina a la finalidad prevista.
- La trayectoria de los directivos y la composición de los accionistas de la empresa son factores cualitativos de primer orden.
- La finalidad del préstamo normalmente deberá entrañar la base de su reembolso. Definir un programa realista de pagos en el momento de la concesión del préstamo es básico para evitar futuras incidencias, por lo que es necesario ajustar las amortizaciones a los importes y momentos de cobro de la empresa.
- Los valores en garantía no son un sustituto de la capacidad de reembolso.
- En caso de duda, pregúntese: “¿prestaría mi propio dinero?”.
Conocer por parte de los empresarios la forma de actuar de las entidades financieras a la hora de conceder financiación sin duda repercutirá en una mejor relación banca-empresa, mayor rapidez en la toma de decisiones y vinculaciones más duraderas y confortables para ambas partes.