Papel: mercados vs intermediacion financiera

El sistema financiero de una economía puede definirse como el conjunto de instituciones, medios y mercados cuyo fin primordial es canalizar el ahorro que generan los agentes económicos con capacidad de financiación hacia aquellos otros que, en un momento dado, tienen necesidad de financiación.

En resumidas cuentas, el sistema financiero es el conjunto de mecanismos a través de los que se ponen en contacto ahorradores e inversores, y que permite compatibilizar las preferencias y las necesidades de unos y otros en cuanto a importe, plazo, rentabilidad y riesgo.

A lo largo del tiempo, los agentes integrantes de una economía (empresas, familias, Administraciones Públicas, etc.) deben adoptar una serie de decisiones referentes a diferentes facetas relativas a la producción, el consumo, el ahorro y la inversión. Tales decisiones son muy importantes para cada agente individualmente, pero, al agregarse, también lo son para la sociedad en su conjunto.

Los agentes económicos no sólo deben decidir qué tipo de decisión tomar, sino también en qué magnitud.

En un momento dado, unos agentes querrán llevar a cabo proyectos de gasto y puede que no cuenten con los recursos necesarios para afrontarlos. Por el contrario, otros agentes, que decidan aplazar sus proyectos de gasto para el futuro, puede que tengan recursos disponibles que no necesitarán emplear actualmente.

Como consecuencia de lo anterior, los agentes económicos se encontrarán ante una de estas dos situaciones:

  • Deficitaria, o de necesidad de financiación (los fondos disponibles son inferiores a los fondos necesarios).
  • Excedentaria, o de capacidad de financiación (los fondos disponibles superan a los fondos necesarios).

Por tanto, en ausencia de actividad financiera, los agentes económicos que se encontraran en situación deficitaria verían reducidas sus posibilidades de elección, mientras que aquellos que se encontraran en situación excedentaria mantendrían recursos ociosos. En ambos contextos, el bienestar de los agentes económicos estaría por debajo del nivel óptimo y deseado, y lo mismo le ocurriría al bienestar de la sociedad en su conjunto.

Ante la situación descrita, los agentes con capacidad de financiación pueden estar interesados en ceder su ahorro durante un período determinado a aquellos que presentan una posición deficitaria.  

Sin embargo, es poco probable que ese proceso se lleve a cabo directamente por distintas razones: es difícil que coincidan los importes de los recursos para las dos partes, así como el plazo temporal requerido por cada una; el ahorrador puede que no necesite actualmente hacer uso de su dinero, pero puede desear hacerlo cuando lo estime oportuno. Además, la persona que tiene recursos disponibles puede que no esté dispuesta a correr el riesgo de cederlos a cualquiera.

Por todas estas razones, no cabe esperar que los distintos agentes económicos alcancen fácilmente acuerdos en operaciones de ahorro y de préstamo, que son básicas para el funcionamiento de cualquier economía. Para desempeñar esa función de conectar los agentes con capacidad de financiación con los que tienen necesidad de financiación, todos los países disponen de un sistema financiero, o de otros mecanismos análogos que permitan casar las preferencias de unos agentes con las de otros.

El sistema financiero ofrece distintos mecanismos para posibilitar el trasvase de recursos desde los agentes con capacidad de financiación hacia aquellos otros que tienen necesidad de financiación:  

  • A través de los mercados de valores: los agentes demandantes de financiación emiten títulos o instrumentos financieros que pueden ser adquiridos por los ahorradores. En este caso, el ahorrador, aunque no negocia con el emisor, asume directamente el riesgo, ya que su dinero se coloca directamente en la empresa que emite los títulos, que deben ajustarse a las normas establecidas en el mercado correspondiente.
  • A través de los intermediarios financieros: en este caso, el ahorrador entrega su dinero a una entidad financiera, que decide libremente dónde colocarlo, asumiendo el riesgo de las inversiones. Así, el ahorrador no asume ningún riesgo con los agentes que se endeudan, su riesgo se concentra exclusivamente en la entidad de crédito, siendo ésta la que asume el riesgo de crédito del deudor.

En ambos casos, el ahorrador pasa a poseer un activo financiero, esto es, una forma de mantener su riqueza. Todo activo financiero conlleva al mismo tiempo un pasivo financiero:

  • Cuando se invierte a través de los mercados de valores, se adquiere un activo financiero (acción, bono, pagaré, etc.), que representa al mismo tiempo un pasivo financiero para quien lo ha emitido.
  • Cuando coloca su ahorro en una entidad bancaria, adquiere también un activo financiero (cuenta corriente, depósito a plazo, etc.), que representa un pasivo financiero para la entidad bancaria. Independientemente, dicha entidad bancaria genera activos financieros (préstamos, etc.) frente a los agentes a los que concede créditos.

Dentro de los mercados de valores, se denomina mercado primario al de emisión de nuevos valores y mercado secundario a las transacciones de compra y de venta de títulos ya emitidos. El ahorrador que ha invertido en un título recuperará el importe de su inversión en el momento del vencimiento establecido en las condiciones de la emisión correspondiente.

En ocasiones, los tenedores de los títulos negociados en los mercados pueden recuperar anticipadamente la inversión efectuada sin necesidad de esperar al vencimiento del plazo acordado, acudiendo a un mercado secundario para su intercambio. Para ello, los títulos han de ser negociables en tales mercados, y su venta debe realizarse a través de intermediarios autorizados.

En caso de que los títulos carezcan de vencimiento y tengan una duración indefinida, como es el caso de las acciones emitidas por las sociedades anónimas, evidentemente, si el tenedor quiere desprenderse de ellos, deberá encontrar alguien que esté dispuesto a adquirirlos, bien a través del mercado organizado o fuera del mismo.

La organización de la actividad financiera a través de los mercados implica una serie de rasgos singulares, pero quizás el más importante está relacionado con la existencia de la información asimétrica: el ahorrador/inversor tiene mucha menos información que el emisor acerca de los riesgos de los instrumentos financieros. Por tanto, quien desee invertir en títulos debe realizar un esfuerzo para recopilar información, así como para hacer seguimiento de la situación económica del emisor. Además, el ahorrador/inversor deberá afrontar los costes que origine la realización de la transacción. Asímismo, deberá tener muy presentes las condiciones financieras y de plazo de la operación. 

Aunque la existencia de mercados organizados, transparentes y con un alto volumen de transacciones mitiga en parte los costes para el ahorrador/inversor, la elevada magnitud de los costes señalados puede convertir en inviable la realización de ciertas operaciones financieras, expulsando a ahorradores/inversores del mercado, especialmente a los más pequeños, reduciendo, por tanto, el potencial inversor de la economía. 

La función de intermediación financiera bancaria resulta ventajosa para el conjunto de la economía, debido a múltiples factores, entre los que destacan los siguientes:

  • Ampliación de las posibilidades de financiación, al facilitar la movilización de fondos y aumentar las opciones de colocación de recursos por parte de los pequeños ahorradores.
  • Reducción del riesgo de los recursos gestionados, como consecuencia de la diversificación de las inversiones.
  • Aprovechamiento de las economías de escala (reducción de los costes de gestión medios a medida que se incrementa el volumen de fondos gestionados).
  • Desarrollo de la gestión de los mecanismos de pagos, dada su contribución a la generación y al mantenimiento del conjunto de instrumentos, procesos y canales de transferencia de fondos entre los diferentes agentes de la economía, necesarios para el desarrollo de la actividad económica.

Los intermediarios financieros bancarios son instituciones especializadas en la mediación entre prestamistas y prestatarios últimos. Obtienen recursos de los ahorradores para la materialización de sus inversiones. A diferencia de las inversiones en los mercados, los ahorradores que confían sus recursos a las entidades bancarias no tienen que preocuparse de analizar la situación económica de los prestatarios últimos, ya que no contraen riesgos directos con éstos, ni tienen que ajustar sus preferencias a las necesidades de financiación, ya que de estas funciones se encargan los intermediarios financieros.

En el ejercicio de su actividad, los intermediarios financieros bancarios ofrecen a sus clientes una serie de productos y servicios que pueden agruparse en tres grandes epígrafes:

  • Operaciones de pasivo: reflejan la captación de recursos financieros por parte del intermediario, que, a cambio, se compromete bien a custodiar los recursos, bien a proporcionar una rentabilidad a los clientes. Entre estas operaciones se incluyen la captación de recursos a través de depósitos a la vista y a plazo, la emisión de títulos propios de deuda (obligaciones, pagarés, bonos…)
  • Operaciones de activo: consisten básicamente en prestar recursos a sus clientes a cambio de una rentabilidad acordada.
  • Operaciones fuera de balance: se trata de operaciones que no se reflejan en el balance de las entidades bancarias, ya que éstas se limitan a actuar como mediadoras, sin gestionar el dinero captado de los clientes, que se destina a fondos de inversión, planes de pensiones, seguros… La realización de este tipo de operaciones, que superan el marco de las operaciones típicas de las entidades bancarias, es lo que se conoce como proceso de desintermediación financiera.

Hay que tener en cuenta que un intermediario financiero no es lo mismo que un mediador financiero.  Un intermediario financiero capta recursos de los ahorradores, que transforma en activos con diferentes importes, condiciones y plazos que sirven para financiar a los demandantes de recursos financieros. El intermediario financiero, de esta manera, asume un riesgo frente a los prestatarios. Por el contrario, un mediador financiero no crea activos ni asume riesgos en operaciones de financiación, ya que su función estriva en la realización de operaciones de compra o de venta de activos financieros por cuenta de un tercero.


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